Es importante que toda organización, sea grande o pequeña, disponga de un plan estratégico. Es fundamental saber hacia dónde nos dirigimos y cuándo y cómo lo haremos. Para ello tendremos que definir dónde estamos ahora y dónde queremos llegar dentro de unos años. A partir de ahí, tendremos que concretar el camino.
La mayoría de pequeñas empresas carecen de un plan estratégico y, en muchas ocasiones, la importancia por obtener resultados a corto plazo se convierte en un lastre para la compañía en el largo plazo.
Se estima que un directivo de una pyme dedica un 90% de su tiempo a la gestión operativa y un 10% a la gestión estratégica.
La gestión operativa sería lo urgente y la gestión estratégica lo importante
En una matriz de tareas, la gestión operativa sería lo urgente y la gestión estratégica lo importante. Desgraciadamente en el día a día de una pyme no suele haber mucho tiempo para lo importante.
La gestión operativa trata de solucionar los problemas a corto plazo, tarda en adaptarse al entorno y no existe la planificación. Además, tiene una marcada visión interna y es reactiva, utilizando las mismas soluciones para problemas similares sin importarle la evolución del entorno.
Por el contrario, la gestión estratégica trata de que la empresa sea sostenible en el largo plazo, se adapta mejor al entorno ya que, tiene mayor planificación, tiene visión interna pero también una marcada visión externa lo que le permite adaptarse mejor a los cambios (sociales, tecnológicos, normativos, etc.) y es proactiva.
Pero ¿qué es un plan estratégico?
Podemos definir el plan estratégico como un documento de gestión donde se recogen los objetivos empresariales que se desean alcanzar a medio y largo plazo y se detalla el modo en el que se van a conseguir.
Este proceso de elaboración de un plan estratégico focaliza los esfuerzos de la compañía en un plan común, eleva los niveles de implicación y responsabilidad y mejora notablemente la motivación de las personas que forman parte de la organización.
Las fases que hay que definir para la elaboración de un plan estratégico son las siguientes:
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Visión y misión.
La misión define cual es nuestra labor o actividad en el mercado. Responde a las preguntas ¿Qué hacemos? ¿Cuál es nuestra razón de ser?
La visión es la aspiración en el largo plazo de la empresa en un entorno favorable pero realista. Responde a la pregunta ¿Dónde queremos llegar?
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Análisis del entorno externo.
Tenemos que analizar los factores ajenos a la empresa que pueden influir en nuestra actividad. Para ello utilizamos el análisis PEST (político, económico, social y tecnológico).
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Análisis del entorno interno.
El objetivo del análisis interno es conocer los recursos con los que cuenta la empresa e identificar sus fortalezas y debilidades y formular estrategias que le permitan potenciar o aprovechar las fortalezas y reducir o superar las debilidades.
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Formulación de objetivos a largo plazo.
Deben estar estrechamente relacionados con las estrategias y deben cumplir las siguientes características:
- Específicos.
- Medibles.
- Alcanzables.
- Realistas.
- Que se alcancen en una fecha determinada.
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Estrategias a largo plazo.
Después de conocer el entorno de la empresa y sus propias capacidades, hay que formular las estrategias. Hay que seleccionar aquellas que aprovechen las fortalezas de la empresa, que exploten las oportunidades identificadas y que corrijan las debilidades y minimicen las amenazas del entorno.
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Definir el modelo de control.
Por último, debemos implantar un modelo de seguimiento que nos permita controlar el proceso de implantación.
Además, la planificación estratégica debe concebirse como un proceso flexible a las nuevas condiciones del entorno y en constante evolución.
Francísco Fernández
Socio de Proinda Consultores